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LA PIEDRA DEL INCA

Johann-Moritz-Rugendas
"Punta de las Vacas" (1838)
(óleo de Johann Moritz Rugendas - 1802/1858) 
 

Por: Enrique Guerrero.



Los primeros visitantes


Las expectativas de los viajeros, que cruzaron la cordillera de Los Andes por el Paso de Uspallata, a finales del s. XVIII y principios del XIX, se encuentran plasmadas en las hojas de muchos libros.


Sus mentes científicas iban del análisis al asombro, extraviándose en ocasiones con el misticismo local, que encendía una chispa fascinante, que los conducía a campos inexplorados y de posibilidades infinitas. 


En uno de esos tantos relatos, encontré un párrafo que me maravilló por su contenido fantástico y aunque John Miers lo menciona como una anécdota al pasar, registra una antigua leyenda, que los arrieros contaban cuando hacían noche o "rial"[1], en el del Paso de Uspallata, último tramo del Qhapac Ñan o Camino Real Inca, que se pasaba por Mendoza.


Huayna Cápac[2] (1493 – 1525), undécimo y antepenúltimo emperador inca, se internó en lo que hoy es territorio argentino:


“más allá del Tucumán, por las tierras diaguitas, eligiendo un camino distinto del que transitó su padre, de modo de visitar las comarcas al naciente de la gran cordillera y honrando a los pueblos agrícolas de Cuyo que ya habían prometido su alianza” 


Atahualpa: "Memoria de un dios", de Daniel Larriqueta


(Salvo especificación contraria, todos los términos empleados fuera del castellano, corresponden al idioma quechua).




Incaj Rumin


(La piedra del Inca)


Adaptación: Enrique Guerrero.


Como acostumbraba, cada tres años el emperador inca y su séquito real, iniciaban un largo periplo por el Qhapac Ñan[3], que los llevaba a recorrer las extensas comarcas, dispersas al sur del imperio.


El Qulla-Suyu[4], región de los coyas o de los sabios (qulla: eminencia, sabio y suyu: región), comprendía un vasto territorio, que partiendo desde el Cuzco (Qosqo: ombligo del mundo), se internaba por el norte argentino y seguía las laderas orientales de la cordillera, hasta las tierras de los huarpes Milcayac[5], en Cuyo.


Una vez en el Pueblo de las CenizasUspallata (ushpa: ceniza, llaqta: aldea o pueblo), hacían un alto en el Tambo Real de Ranchillos, para luego internarse por una quebrada, que los conducía al corazón de los cerros. 


Ruinas arqueológicas incaicas "Tambillitos".

El primer destino entonces, era un tambo pequeño, situado junto a la vera de un arroyo clamoroso y cristalino, que volcaba sus aguas en un río mayor.


Tambillitos, tal era su nombre, les ofrecía un espacio para descansar, alimentarse y atender al ganado de carga, en su mayoría llamas.  


Tras lo cual, continuaban la marcha hasta llegar al pie de una gran roca, donde le rendían culto al Apus más importante de la región, el Aconcagua, solicitando que mantenga el orden cósmico durante el viaje y protección para la familia y el imperio.


La Piedra del Inca.

Las ofrendas incluían oraciones, carne de llama o vicuña, hojas de coca, chicha y todos aquellos elementos, que eran del agrado de Pachamama, tras lo cual  proseguían el sendero, que pasaba por el Puente del Inca y algo más allá, les ofrecía la imponente vista del Aconcagua.

Desde allí, una vereda que partía hacia el oeste y tenía por destino las tierras "huiliches", al otro lado de las montañas, marcaba el final del viaje.



En el año 1534, con la muerte de Atahualpa y la caída del imperio inca, extrañas fuerzas convergieron sobre la "roca" que sirvió para los rituales, partiéndola en cuatro partes, las que de acuerdo a profecías amautas[7],  volverán a unirse por sí mismas, el día que el Imperio Inca sea restablecido.



Y así, desde aquellos lejanos días, esta historia continuó su camino, yendo de boca en boca y de fogón en fogón, hasta convertirse con los años en lo que es, una antigua leyenda mendocina. 





La Piedra Del Inca


(Incaj Rumin)


"La piedra del Inca" - Polvaredas.
(Imagen de Manuel Sanz)
Latitud: S32 48.808 

Longitud: W69 40.755


La Piedra del Inca, se encuentra en la localidad de Polvaredas, al pie del cerro Peñón Rajado, sobre el lateral sudeste de la actual RN 7, antiguo tramo del Qhapac Ñan Inca.


No sería extraño que debido a la simbología que representaban las piedras en la cultura incaica, esta roca hubiera sido protagonista de las ceremonias, que narraban antiguamente los arrieros.


Vale recordar que la cosmovisión de los pueblos originarios andinos, establecía una conexión sagrada con "Pachamama": madre de la Tierra, el tiempo y el universo. Tal equilibrio se sostenía en el respeto por todos los seres vivos que integraban el mundo natural, en el que se incluían a las piedras y rocas, a las que además, se les asignaba un carácter sagrado, por su longevidad.





Santuarios De Altura


Cabe mencionar que en 1985, en este mismo tramo y sobre una de las laderas del cerro Aconcagua, a 5.300 metros de altura, un equipo de escaladores mendocinos, encontró entre dos pircados semicirculares, un fardo funerario conteniendo a un niño momificado. El origen del hallazgo, se debió a la "capacocha" inca, ceremonia realizada para agradecer a Inti, el dios sol.


la-piedra-del-inca
El "Niño del Aconcagua".

La capacocha (qhapac: real, hucha o jucha: obligación, culpa), consistía en el envío de un mensajero a los dioses, para lo cual, se le otorgaban cuidados especiales a la persona elegida y al adoratorio que estaría situado en la wak'a[6], en este caso, la Pirámide del Aconcagua.


Luego se lo dotaba del tradicional ajuar y de las regias ofrendas, que portaría en su viaje.


Resulta conveniente aclarar que el mensajero no era sacrificado, se lo dejaba con la intención de que se reúna con sus antepasados, los que según sus creencias, observaban desde las alturas. 



Sólo en los adoratorios más importantes del Tawantisuyu, se realizaban este tipo de ceremonias, lo que pone en relevancia la importancia que revestía el Aconcagua, para esta cultura.





Relatos de Viajeros


El siguiente relato extraído del libro "Travels in Chile and La Plata - 1819/1824" de John Miers, cuenta esta pequeña y gran historia, que fue la que me inspiró para escribir la leyenda.



..."La vegetación va desapareciendo de las montañas; todo parece estéril y salvaje. Uno de los bloques, caído desde arriba, ha quedado depositado en medio de esta planicie; cuando lo vi por primera vez, era de forma casi cuadrangular, dividido por dos fisuras verticales en cuatro secciones. Una de las cuales se ha inclinado desde entonces. Los arrieros le atribuyen una historia maravillosa, es la Piedra del Inca sobre la cual, dicen, el emperador de Perú en sus viajes trienales a Chile, realizaba algunas ceremonias religiosas; en la época de la disolución de la monarquía de los Incas, la piedra se partió súbitamente por influencias sobrenaturales y se unirá de nuevo cuando el imperio de los Incas sea restaurado"...


VIAJE AL PLATA, de Johnn Miers (1819/1824).




Me despido de todos ustedes, agradeciéndoles la visita e invitándolos a que recorran el blog, en busca de otras publicaciones que sean de su agrado.













[1] real o "rial" (coloquial): término empleado durante la época colonial, para definir un paraje elegido, en el que se hace un alto o estadía pasajera.
[2] Huayna Capac (castellanizado del quechua): rey joven. Wayna: joven, qhapac: acaudalado, rico, soberano.
[3] Qhapac Ñan (s.): camino real. Qhapaq o qhapax: acaudalado, rico, soberano; ñan: camino.
[4] Qulla Suyu: castellanizado como Collasuyo.
[5] Huarpes Milcayac: los huarpes estaban divididos en tres parcialidades, huarpes Allentiac, en San Juan; Miilcayac en Mendoza y Puntanos, en San Luis.
[6] Wak'a (s.):   Dios de la divinidad, deidad, cosa sagrada. Ofrendas presentadas al sol, a las grandes cordilleras, nevados, todo lo singular o lo sobre natural.
[7] amauta:  hombre encargado de comprobar los hechos de la historia quechua para recitarlos públicamente en las fiestas del sol.





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* Tambo Incaico de Tambillitos.

Preservar el patrimonio cultural y las tradiciones, constituyen los únicos caminos posibles, para mantener vigente la historia de nuestros orígenes.


LEYENDA DEL ORO PERDIDO EN LA MONTAÑA

Ruinas de las Minas Jesuitas de Paramillos



El oro del Rey


Adaptación: Enrique Guerrero


No es ningún secreto, que durante el periodo colonial español, entre los s. XVII y XVIII, el oro y la plata extraídos en las minas de Uspallata, eran trasladados a la Casa de la Moneda en Santiago de Chile, para el acuño de doblones.


Nave "Victoria" de la flota de Magallanes-El Cano

Tarea tras la cual, volvían al Virreinato del Río de la Plata, a través de la Cordillera de Los Andes


La elección de tal ruta, ofrecía un recorrido más corto y seguro, que el proporcionado por un viaje en barco, a través del Estrecho de Magallanes


Una vez en Buenos Aires, partían para España, por la Ruta Marítima del Atlántico.



1793

Nace la historia...


La última semana de  1793, una importante remesa de doblones de oro, recientemente acuñados en la Casa de la Moneda (Chile), partieron con destino a la ciudad de Mendoza.


Como eran propiedad de Carlos IV, rey de España, debían atravesar una larga y rigurosa serie de controles, debido a la importancia del envío y al largo viaje que tenían por delante.


El desafío más grande, residía en el cruce de la Cordillera de Los Andes a lomo de mula, ya que después, les esperaba un largo y tedioso viaje a Buenos Aires, en pesados carros tirados por bueyes.


"Apunte para cuadro de composición"
Fidel Roig Matóns

Las monedas fueron pesadas, contadas y asentadas en un acta, y posteriormente almacenadas en fuertes zurrones[1] de cuero, tarea tras la cual, se los encadenó y lacró con el sello real, para garantizar su inviolabilidad.


Una vez finalizados los controles, los valores fueron entregados al capataz de los arrieros, para que se hiciera cargo de la seguridad y el traslado. 


La gente balanceó, distribuyó y aseguró el precioso cargamento sobre el lomo de los animales, colocando al frente de la recua[2], la "yegua madrina", con un ruidoso cencerro colgado al pescuezo, cuyo sonido  mantendría unidos a los mulares, durante la travesía.


La arria[3] estaba compuesta por cinco mulas "silleras", veintiocho de carga  perfectamente "entabladas", es decir, acostumbradas a andar juntas y la "madrina"


Dos arrieros abrían camino, dos cerraban la columna para evitar que se perdiera o retrasara algún animal y uno, iba y venía recorriendo la larga fila, verificando que la carga estuviera ordenada y no se hubiera aflojado ningún bulto, oficiando las veces de marucho[4], cuando hacían real[5].


Durante el viaje por la banda chilena, los acompañó el buen tiempo, situación que les permitió hacer altos en el camino, controlar la carga y descansar regularmente.


Las penurias comenzarían, al cruzar el portillo del cerro Santa Elena, que marcaba el ingreso al territorio mendocino. Un gran temporal de nieve se abalanzó sobre ellos, apenas ingresaron al Paso de Uspallata,  poniendo en serio riesgo sus vidas y el cargamento. 


Cuando creían que todo estaba perdido, al bajar una cuesta divisaron sobre un alto, el perfil de la Casucha del Rey, Paramillos de Las Cuevas.


Casucha del Rey, 
 Paramillo de las Cuevas

El refugio aún contaba con leña y provisiones, de las dejadas para el correo, el otoño pasado.


Como la tormenta no amainaba y el charqui[6] daba vueltas en el caldo sin ablandarse, unos chifles[7] de aguardiente,  fueron la excusa perfecta para pasar el rato junto al calor de las brasas.

La nevada continuó durante toda la noche y parte del día siguiente. El charquicán[8] que había sobrado de la cena, el licor y el amparo que les ofrecía el refugio del frío, los mantuvo entretenidos hasta que se despejó.

Atardecía y con los últimos rayos de sol, se apresuraron a cargar los bultos sobre la arria de mulas, para recuperar parte del tiempo perdido y partieron al anochecer, iluminados por la pálida luna menguante.

Desobedeciendo lo ordenado por el capataz, los rezagados, amparados por la oscuridad, se empinaban cada tanto un trago de aguardiente, tentación que se repitió durante toda la madrugada.

Con las primeras luces del alba, perplejos descubrieron la falta de algunos bultos, que debieron caerse durante la marcha nocturna, lo que originó serias discusiones entre el capataz y los arrieros, para determinar las responsabilidades por lo acontecido. 

Como regresar en su búsqueda ya no sería posible, por la inestabilidad del tiempo, continuaron lo que restó del camino, entre avivadas discusiones.





1794

Tras llegar a la ciudad de Mendoza, los primeros días de enero, se dirigieron a la Aduana, donde luego de relatar lo sucedido, fueron sumariados y encarcelados en el Cabildo, hasta tanto tomara cartas en el asunto, el Virreinato del Río de la Plata.

"Antigua Plaza Matríz de Mendoza"
Archivo General de la Provincia de Mendoza

Cuando la noticia llegó a oídos del virrey, Nicolás de Arredondo, le ordenó a Manuel Belgrano, primer secretario del Real Consulado de Comercio de Buenos Aires (1794), que comisionara con urgencia a un hombre, para que investigue y encuentre el oro perdido en la montaña.

"Mendoza"
dibujo de Johann Moritz Rugendas (XIX)
 
Después de un tiempo, la persona comisionada por Belgrano, llegó a Mendoza e interrogó en varias ocasiones a los arrieros y de las declaraciones de estos, determinó que si la carga realmente se había  perdido, debió ser en algún punto comprendido entre Punta de Vacas y Las polvaredas.

Realizó varias incursiones por la zona, sin encontrar rastro alguno de las monedas, por lo que pasado un par de meses y ante la infructuosa búsqueda, dio por finalizada la investigación, elaboró un informe y volvió a Buenos Aires.





La leyenda del oro perdido



Pasaron los años y una tarde, mientras una copiosa nevada se abatía sobre la localidad de Uspallata, un abuelo que buscaba entretener a sus nietos, recordó la historia del oro perdido en la montaña

Los reunió frente al calor del hogar y se las relató, tal como su padre lo había hecho con él. Uno de los pequeños se incorporó y se dirigió a la ventana, donde permaneció callado por un largo rato, embelesado con los copos de nieve que caían sin cesar.

Las llamas cambiaban de coloración iluminando tímidamente la sala y los silencios, eran solamente superados, por el crepitar de los leños que ardían...

Con el tiempo, ese niño creció y se convirtió en un hombre. 

Un día sin saber cómo, se encontró recorriendo la vera norte del río Mendoza, en la zona de Peñón Rajado, un paraje que media entre Punta de Vacas y Polvaredas. En sus ojos aún brillaban las chispas del fuego, encendido aquella tarde invernal y en sus oídos, la voz trémula del abuelo, narraba como un arrullo remoto la historia una y otra vez.

Iba y venía, mirando aquí y allá. Hasta que en una de las tantas pasadas, descubrió que entre los pasos dejados el día anterior, sobresalía un objeto oscuro, de forma circular, que se diferenciaba claramente del entorno. Con cierta vacilación, se reclinó y lo tomó en su mano, para observarlo con mayor detenimiento. 

Doblón español
De pronto, empujado por un extraño impulso, comenzó a refregarlo con insistencia contra una roca áspera, hasta quedar inmóvil, como si estuviera extenuado. La sorpresa lo había paralizado.

El sol se reflejaba en el metal, arrancando haces de luces doradas, que hasta pocos momentos antes, descansaban en la solitaria arena andina.

Con desesperación se dejó caer sobre el suelo y comenzó  hurgar la arena con los dedos, hasta que aparecieron muchas monedas más.

Estaba claro que había dado con el tesoro perdido o al menos, con una parte de él.

Esa noche no pudo dormir. La codicia se escurría entre el cansancio y los pensamientos, despertando una fascinante seducción, que convertía a las monedas halladas en insuficientes, por lo que ideó la forma de establecerse provisoriamente en el lugar, para continuar la búsqueda.

Un socavón en la barranca del río, ofició de vivac para la aventura que estaba dispuesto a emprender. Pasaron los días y encontró unas pocas monedas más, hasta que una mañana despertó enfermo. Como no podía cargar el oro, lo enterró junto a una gran roca y emprendió el regreso a Uspallata, para que lo atendiera el médico. 

La mala alimentación y las noches frías, habían afectado seriamente su salud.

Estuvo internado una semana, hasta que finalmente murió. A uno de los enfermeros le confidenció el hallazgo, pero nunca le mencionó el lugar, donde había enterrado el tesoro.

Y a partir de entonces, la historia de las monedas de oro fue rodando de boca en boca, hasta que con los años, se convirtió en leyenda.



En ocasiones me pregunto si las monedas, aún permanecerán enterradas o perdidas. 


Por momentos me asaltan muchas conjeturas, tal vez, porque pequeñas chispas de incredulidad, se empeñan en negar que haya sido posible tal pérdida y por consiguiente el hallazgo.


Pero, ¿y si fue así y aquel niño que observaba la nevada, realmente las encontró y las volvió a enterrar y aún aguardan al elegido, que las saque al sol del siglo XXI...


Con esta sorprendente posibilidad, me despido con un abrazo fraterno y el deseo de que la vida, nos brinde buenos senderos para andar.





 

[1] zurrón (RAE): bolsa grande de cuero que usan los pastores, cualquier bolsa de cuero para carga.

[2] recua (RAE): conjunto de animales de carga, que sirve para trajinar, (coloq.) multitud de cosas que van o siguen unas detrás de otras.

[3] arria: conjunto de mulas de carga

[4] marucho: era el encargado de  cuidar los bueyes o mulas, cuando se hacía un alto en la marcha, para comer y dormir o para refugiarse de las tormentas.

[5] real o "rial" (español coloquial): paraje elegido para hacer un alto o estadía pasajera, durante la marcha. 

[6] charqui: (quechua: ch'arki): carne secada al sol con sal.

[7] chifle: recipiente para llevar agua, hecho con asta, por lo general de buey.  por su gran tamaño, lo que permite disponer de una gran capacidad. Convenientemente vaciado de impurezas, limpio y seco, se tapona sólidamente con madera (a veces forrada con plata) la base del cuerno, es decir la parte más gruesa y con un pequeño tapón o espita la extremidad más fina, luego de perforarla para que sirva de pico.
[8] charquicán: con posibles raíces quechuas "ch'arki: carne salada y secada a sol, y kanka: asado". Guiso con charqui, ají, cebolla y verduras de época.






CASUCHA DEL REY PUQUIOS.

Casucha de "PUQUIOS"
óleo de Johann Moritz Rugendas (1835).

TIPO DE SENDERISMO: HISTÓRICO.
PUNTO DE PARTIDA: Km 1203, Punta de Vacas, Las Heras, Mendoza.
ALTURA: 2.404 msnm (Punta de Vacas), 2.507 (Casucha de Puquios).
DIFICULTAD: Baja. Sólo requiere estar en condiciones de caminar en montaña el recorrido total.
DISTANCIA desde RN 7: 4.3 Km (8,6 ida y vuelta).

Gran parte del sendero, es bordeando la margen sur del Río Cuevas. 


Hay señal de telefonía móvil.

EQUIPO NECESARIO:
Perfil Distancia-Altura del sendero,
desde las vías del Tren Trasandino.
Mochila pequeña, bastón de senderismo o del tipo peregrino, equipo de hidratación, comida de marcha (sanguches o frutas), gorro o sombrero, zapatillas o botas de senderismo, ropa cómoda preferentemente sintética, cortaviento, protector solar, lentes con protección UV y máquina fotográfica (obligado).


MEDICIONES realizadas con NAVEGADOR Garmin Etrex Legend HCx.



PUNTA DE VACAS

Las Heras - Mendoza



Por: Enrique Guerrero.

Confluencia ríos Tupungato (izq.) y Cuevas (der.).

Mientras me calzaba la mochila, podía percibir como las fuertes rachas de viento, arremolinaban los momentos históricos, de este bello rincón cordillerano.

 

El lugar tenía tanto para contar, que no sabía por dónde comenzar.


Será porque Punta de Vacas estaba a la vera del Qhapac Ñan Inca (1438-1533), o del Correo Real (1765-1810), o porque fue el campo de batalla del Combate de Potrerillos el 25 de enero de 1817, con la victoria del Ejército de Los Andes, comandado por el Gral. Las Heras.


PUNTA DE VACAS: Su nombre obedece, a que antiguamente en dicho paraje cordillerano, los arrieros hacían paradas en sus viajes a Chile y las haciendas arreadas pastaban en la quebrada, que posee buenas hierbas alimenticias, principalmente en la Quebrada del río Tupungato. Juan Isidro Maza



Sin olvidar que allí nace el Río Mendoza, de la confluencia del Cuevas, de las Vacas y el Tupungato, y que la Estación del Tren Trasandino (1910), rezonga por la herrumbre que fue cubriendo las vías de soñolencia, allá por 1984...




Casucha de PUQUIOS


(1765)


Todos los caminos tienen algo en común: siempre conducen a algún lugar. Este particularmente, me llevó al corazón de la gente y su historia.

De los: "Apuntes del Camino", Punta de Vacas, 09 de marzo de 2017.

Track desde PUNTA DE VACAS a la CASUCHA DEL REY DE PUQUIOS
proyectado sobre Google Earth.

Puente minero sobre el río Cuevas (2017)

Los durmientes de las vías del tren, alfombraban la senda que me conducía lentamente, por la margen norte del río Cuevas.

 

Un pequeño puente de uso minero, al oeste de la confluencia del Cuevas y el Tupungato, marcó el punto de inicio de este bello y singular sendero histórico.


Don Antonio Ibazeta en "la chilindrina"
(2017)
Apenas crucé el río, una huella corta, de apenas 260 m y de suave pendiente, me deparó una grata sorpresa. Una nube de polvo se levantaba, producto del galope de un jinete que bajaba la cuesta.

Sonriente y feliz en su mula "La chilindrina", don Antonio se detuvo como si me conociera de toda la vida.


Se presentó, me estrechó la mano, me saludó cordialmente y tras preguntarme qué andaba haciendo por esos pagos, me invitó a que pasara por su casa cuando volviera, para tomar unos mates y charlar un poco.



Al fondo entre nubes, el Co. Tupungato (2017)
Durante gran parte del camino, me acompañaría ese reencuentro con la cordialidad, humildad y respeto, que tiene el cuyano por el prójimo.


Al finalizar la subida, una "pampita" en la boca de la quebrada del Tupungato, se divide en dos senderos, donde la opción, claramente es bordear el río Cuevas con dirección a los Puquios (oeste).


Diversas toponimias de Tupungato. Del huarpe tupun-catu "mirador de estrellas". Para Vicente Fidel López es putun-catu "punta del cielo" y el coronel José Manuel Olascoaga lo define como tupun-uta "azotar o dominar el valle"





Yendo a PUQUIOS


Ladera norte del C° Obispo (4.337), muy al fondo el C° Penitentes (4351 msnm) (2017)

El viento por momentos, me empujaba el ala del sombrero contra la cara, tapándome los ojos, en una clara invitación a continuar el sueño que había comenzado con el paisaje.


"Senderito" producido por animales.
Hay un sendero levemente marcado, producido por el tránsito de animales, que si no se presta la suficiente atención, en algunos trechos es fácil perderlo.

 

¿Habrá sido el mismo que utilizaba el correo?


De lo que no tenía dudas, era de que estaba transitando un tramo del Camino Real, que unió Chile con la ciudad de Mendoza y se conoció durante la colonia como el Paso de la Cumbre o Uspallata.



En las lenguas Quechua y Aimara, se denomina "puquio" al manantial, depósito, acequia o canal de agua pura y cristalina.



Senda a Puquios. Al fondo el C° Tolosa de 5332 msnm.

¿Qué sensaciones experimentaría el Cartero Real, cuando cruzaba la zona en su camino, desde y hacia Mendoza?


El paisaje transmite la paz propia de los rincones andinos, acariciando el alma y alentando al cuerpo, para que continúe la marcha.


La Casucha del Rey de Puquios, fue construida en 1765 y es quizás una de las edificaciones más antiguas que posee la Provincia Mendoza. Tiene 252 años de vida.


Cuando la Capitanía General de Chile encara la construcción de las Casuchas del Rey, en el Camino Real o Ruta de Uspallata, da nacimiento a lo que serían los primeros refugios de alta montaña, en el sector argentino de la Cordillera de los Andes.


Antes de la llegada del otoño, se las aprovisionaba con charqui (carne salada secada al sol), azúcar, yerba, leña y ají para el soroche, mal de altura o apunamiento.


CASUCHA DE PUQUIOS
C° Penitentes (izq), C° Tolosa (fondo) y ladera del C° Mario Ardito (der).

Palomita o tórtola cordillerana.
El viento, que sopla por momentos  y algunas tortolitas que hurgan la tierra en busca de semillas, son los ocasionales compañeros en la senda.


Luego de andar durante algo más de una hora, con un ritmo tranquilo y el asombro en la piel, la Casucha de Puquios comenzó a perfilarse en el horizonte.


¡Al verla experimenté una gran alegría!


Imaginaba la felicidad que sentirían los Correos del Rey, cuando llegaban hasta sus puertas, durante una tormenta invernal, seguros de hallar abrigo, comida, reparo y ropa seca...




Casucha del Rey PUQUIOS

 252 años



CASUCHA DEL REY DE PUQUIOS, situada sobre la margen sur del río Cuevas
(2017)
Latitud: S32 51.822 
Longitud: W69 47.199
Altura (msnm): 2.488 m

Abertura de ingreso a la casucha.

La orientación de la entrada a la Casucha es 112° (casi ESE) y la ventana trasera o tronera, 292° (casi ONO).



Las paredes miden 65 cm de espesor y la puerta de entrada tiene 90 cm de ancho, con forma semicircular en su parte superior.



El tizne cubre los muros internos, en algunos rincones, con mayor persistencia que en otros.


Ventana trasera tipo tronera.

La ventana posterior, es más ancha en su parte interna (37 cm), que en la externa (14 cm), lo que posiblemente facilite la salida del humo, disminuyendo el ingreso del aire frío.

 

El hollín ha pasado a convertirse en el testigo silencioso, que dejó olvidado el fuego de otros tiempos...


Boquete producido en el techo.


Se puede apreciar el avanzado deterioro, del techo abovedado de medio punto.
 (Vista 3/4 perfil trasero).

La casucha está construida sobre una base cuadrada, de 14 corridas de ladrillos, asentadas sobre un cimiento de piedra.


Ladrillo perteneciente al techo.
Los ladrillos son de 40 cm x 20 cm x 6 cm y la construcción demandó 10.000 ladrillos.

 

Cada uno pesa 5 Kg. aprox., por lo que se puede deducir que, fue necesario transportar 50.000 kg. solamente en ladrillos, desde Chile.


Constitución de un trozo de ladrillo colonial. 
En uno de los tantos trozos de ladrillos que hay dispersos por los alrededores, se puede observar a simple vista, que en su elaboración se empleó arcilla y algún tipo de paja.


Equivaldría a adobes, sometidos al proceso de cocción u horneado.


Ventilación sobre la puerta de entrada.

Vista desde el interior de la casucha.

Por Decreto Presidencial N° 1299 del 18/02/73, a solicitud de la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos, declara Monumentos Históricos Nacionales las denominadas casuchas de Uspallata, ubicadas en Puquios, Paramillo de las Cuevas y Las Cuevas.


Es un sendero muy bello para andar y nos permite tomar contacto con estas reliquias de nuestro pasado colonial, que atestigua el esfuerzo y la lucha por la supervivencia, entre el hombre y el clima extremo.





Punta de Vacas RUTA SANMARTINIANA

Saber que formó parte del escenario del Combate de Potrerillos, con la derrota de las tropas realistas españolas por parte del Ejército de Los Andes (25/01/1817); que por ella pasaron: San Martín, Gregorio de Las Heras, Sarmiento, Espejo, Bernardo O Higgins, Chacho Peñalosa, Charles Darwin, Maurice Rugendas y tantos personajes famosos y anónimos de nuestra historia, debe ser un motivo que nos inspire a cuidarlas y exigirle al estado que asuma su cuota de responsabilidad.


De lograrlo, dentro de 250 años más, algún senderista que pase por el lugar, disfrutará de las Casuchas del Rey, como hoy, nos toca a nosotros.



Cuando retorné a Punta de Vacas, José el Jefe del Correo, gentilmente me invito a compartir unos mates y una charla, que por momentos parecía la de dos viejos amigos.


En esta salida conocí por azar a integrantes de tres de las cuatro familias que viven actualmente en Punta de Vacas y todos ellos, sin excepción, me ofrecieron su hospitalidad: ¡Cuyanos de ley!


Me despido con un fuerte abrazo y el deseo de que la vida, nos brinde buenos senderos para andar.







Cómo llegar al Punto de Inicio,
con Google Maps




<  Descarga del Track desde
     Inicio a Puquios.


INSTRUCCIONES

1° Descargar (tener en cuenta que el archivo RAR no tiene vista previa, por la compresión).
2° Descomprimir.
3° Subir al GPS o MAPSOURCE.






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